Ritual del mate
(En homenaje a mis viejas Dominga y Elvira)

 

Autor: Julio césar Zamora - (Córdoba)

del libro: "Atrapando el tiempo" – Creadores Argentinos 2015

 

 Lo tenía fijado en la memoria, es más lo llevo grabado en la mirada… Era niño y todos los días al amanecer se producía un hecho que era como un ritual, mandato de la vida que urgía llevar a cabo porque parecía que si no se producía la vida no era la misma ese día.
La Vieja Dominga despertaba antes que despuntara el sol para amasar el pan con la levadura casera que dejaba preparada la noche anterior. La sangre italiana que bullía en sus venas, legado de sus ancestros, venidos a hacer la América, la hacía ser enérgica, inquieta, luchadora, cálida, afectuosa…
Hacía el amasijo en batea de madera. Encendía el horno de barro con sarmientos que proveían sus viñedos y luego con una pala de madera introducía uno por uno los panes y las tortitas con chicharrones que después compartía calentitos con su amiga del alma, su compañera de penas y alegrías, su hermana de la vida: la Vieja Elvira…
El mate era la excusa, la llave de mandala que abría la puerta del ritual… ahí se insinuaba una autopsia de corazón, donde aparecían historias, secretos, recuerdos, vivencias… y cada una disputaba en esa ronda diaria e infinita plasmar la fidelidad, la solidaridad, el afecto con más certeza…
Pasaron los días, se fue yendo la vida hasta que en una ocasión partió una… Increíblemente a los quince días partió la otra.
Por entonces se comentaba en el poblado que una llevó a la otra, porque según decían los más ancianos, parecía ser que en el Cielo se armaban hermosas rondas de mate y la Vieja Dominga quería compartirlo con la Vieja Elvira.

Moraleja: Siendo el mate un cuenco, un ánfora, un cuerno de la abundancia de afecto, solidaridad, respeto; cómplice de secretos y confidencias; homenaje de bienvenidas, humilde instrumento del corazón que entrelaza sentimientos, no puede menos que ser inmune a la hora de transmitir el HIV. Compartir un mate no contagia, transmite contención y amor.

 

 

Retoños en el camino

Autor: Mariano Córdoba- ( La Carlota - Prov. de Córdoba)

del libro: "Atrapando el tiempo" – Creadores Argentinos 2015

Las once y cuarto marcaba el reloj sobre la pared aceitunada de la casa. En ese momento saliste silenciosa hacia el exterior para tomar lentamente el caminito de todos los días. Con tus pasos cortos, el tiempo del recorrido era inmenso en comparación con lo que nos pasaría a los más jóvenes, es decir, seguramente en pocos minutos nosotros, que vivimos acelerados, hubiésemos ido hasta allí y mucho más lejos. Pero para vos abuela, el apuro ya es cosa de antes.
Posiblemente, en el camino, el sol calentito estimulaba el movimiento sereno de las piernas y las piedritas crujían mientras avanzabas observando el follaje verde de los árboles. ¡Cómo te gustan las plantas!
Sabemos que disfrutaste del canto de los pájaros y te detuviste en algún instante a sentir el perfume de aquellas flores bellas que danzaban suavemente frente al portón de la fonda de doña Silvia. También sabemos que al pasar por la plaza paraste para contemplar, otra vez, el mural que Pancho Nicola pintó con maestría hace tantos años. Nosotros apenas recordamos cuando él lo eternizó en el muro que hoy está acompañado por una hermosa enredadera.
Igualmente, pensamos que a la mitad de la caminata admiraste la veleta de los Marshall, donde sobresale el gallo metálico al que le soplan los vientos.
Suponemos que al llegar a la esquina te emocionaste nuevamente al ver que el viejo rosal sigue dando retoños. Eso te trasladó imaginariamente a ese día maravilloso cuando nació mamá y sentiste que tu retoño empezaba a crear su propia historia, la que ahora renovamos gracias a tu ejemplo inspirador.
Don González nos dijo que el domingo caminaste un poquito más y emprendiste el regreso pero algo impensado sucedió. Y si ocurrió un hecho inesperado, tendríamos que estar asombrados porque vos sabés que no dejamos de sorprendernos cada vez que te pasan nuevos acontecimientos que agregan experiencia a tu vida.
En el paseo te demoraste y tardaste en llegar a casa. ¿Qué pasó abuela? Queremos estar tranquilos. Nos pareció raro el atraso. ¿Nos contás que hiciste, abuela?
Quizás te detuviste a ver algo que te llamó la atención. Creemos que el tiempo congeló sus minutos para que disfrutaras el encanto de lo pequeño y conmovedor como pudo ser la sonrisa de un bebé, aunque eso solo es nuestra intuición. Lo importante es que volviste contenta.
Abriste la puerta; ahí estábamos esperando para tomar el té con canela y conversar. Enseguida, te sentaste en el sillón mecedor y nos regalaste la sonrisa amplia. De alguna manera entendimos que nos estabas dando una lección. Entonces, la alegría de tus ojos radiantes iluminó a todos mientras el reloj seguía marcando las once y cuarto en la pared aceitunada de la casa.

 

 

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Fotos de la presentación
de los libros de poesía y narrativa:
"Palabras pendientes",
realizada el 16 de mayo de 2015
en "berclub". C.A.B.A.

 

 

Fotos de la presentación
de los libros de poesía y narrativa:
"Atrapando el tiempo",
realizada el 19 de setiembre de 2015
en "Salta y Resto". C.A.B.A.


 

 

 

 

 


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